En el vientre encendido de Nicaragua nació un ser, de esos que nacen uno en un siglo, uno que no aceptó cadenas ni mandatos, solo obedecía los mandatos de su corazón, un relámpago en medio de aquella selva fértil entre el roble, el cedro, el nogal. Un rostro de campesino, nació un hombre como un volcán.
Su nombre: Augusto Cesar Sandino. General de hombres y mujeres libres.
América recién redimida de España, la América novísima que emerge de las cadenas de la sumisión, robada su propia identidad, expoliada hasta la saciedad, invadida por el viejo imperio español…
Nicaragua sumida en una repetición histórica tanto o más cruel que la de sus primeros invasores sufriendo los embates de los nuevos amos del mundo, la intervención del imperialismo norteamericano… “América para los americanos”… Actuando contra todo derecho internacional, y contando con la venia interna de quienes en nombre del progreso vendieron la geopolítica y todo lo que se pudiera vender, de esa nuestra América del centro: los vende patria como los llamaría Sandino, y de ese centro su cintura, esa sinuosa cintura de “Morena Tropical” que es nuestra Nicaragua.
Brotada como tierra independiente en estados incipientes que quería ser nacionales y autónomos, aquí surgen libertadores, titanes de la talla de Simón Bolívar, y una gloriosa larga lista, pero hoy toca hablar de nuestro general de hombres libres.
Él asumió la redención de su pueblo, el Padre Fundador del Régimen Cooperativista en Centroamérica con su mítico sombrero, su sangre convertida en savia da vida a esas raíces libertarias para que cada nicaragüense parta de una conciencia, de una nacionalidad. Encendió la chispa de la dignidad de un pueblo masacrado por unos y por otros.
Sandino es una idea invencible, un grito en la montaña que hacía temblar a los tiranos. Se alzó con los humildes, con los descalzos, con aquellos que solo tenían hambre y esperanza, y con ellos tejió una bandera que no puedo arrancar ni el acero ni la daga invasora.
Él que escribió cartas de amor para su Blanca Aráuz, su telegrafista. Creyó en la justicia social como se cree en el amanecer, nos enseñó que un pueblo que se levanta ante la ignominia es más grande que cualquier potencia. No buscaba riquezas, buscaba tierras libres para el campesinado.
Hoy cuando el verdugo sigue siendo el mismo, cuando la tracción sigue disfrazada de amigos, cuando el bárbaro puede cambiar de rostro, pero no de garras, invocamos su nombre como se invoca un rayo en la noche.
Recordamos su gesta para iluminar nuestra marcha.
Reivindicamos su rebeldía como acto sagrado porque Sandino es verbo perdurable, es palabra que se convierte en acción, es memoria que no se rinde, es bandera izada que guía nuestros días.
En su nombre proclamamos:
* No al sometimiento.
* No al olvido.
* Si a la soberanía.
* Si al derecho de los pueblos a decidir.
* No a los gobiernos títeres.
* No a las injerencias.
Que ningún opresor duerma tranquilo mientras SANDINO viva en nuestros actos.
Y que, cuando todo parezca perdido, recordemos que el honor no se negocia, que la libertad no tiene precio, y que la dignidad no se vende a ningún postor.
Alzamos nuestra voz en memoria de nuestro líder, hijo de un pueblo que no se rindió ni vivió de rodillas.
Su lucha contra la ocupación gringa no fue una guerra personal, sino una profunda declaración de amor hacia Nicaragua.
En la montaña se forjó con su ejército de patriotas, hombres y mujeres, soñadores, sin más armamento que la dignidad, enfrentaron al Tío Sam, dicen que eran 30 con él. En cada disparo que resonaba en las montañas, vibraba el grito de todos los pueblos de América Latina que soñaban liberarse del yugo opresor.
Sandino es semilla que germina, su gesta atraviesa fronteras.
Fue asesinado por traidores al pueblo, pero no mataron sus ideas, su espíritu vive en toda lucha contra la dominación, contra el colonialismo.
Nosotros los herederos de su rebeldía levantamos la voz para honrar, recordar y proyectar la lucha de este profeta visionario.
Afirmamos el derecho a decidir nuestro destino como sociedad, a defender nuestra cultura y a creer que otro mundo es posible….

Sandino fue una palabra que ardió en las bocas sedientas de sangre, de las bestias.
Tejió con ideales y libró el sueño imposible: que los humildes fueran el centro de la historia.
Su nombre como bandera sin rendición, cada disparo era verso, cada disparo fuego.
Rompiste las cadenas, retaste al imperio con la frente en alto y el pecho desnudo.
Tu nombre no cabe en una estatua, ni en una plaza, ni siquiera en la historia, cabe en la razón de los que luchan, en la rabia de los que resisten, en el anhelo de los que creen que no deberían existir ricos ni pobres, todos iguales con las mismas condiciones.
Estas palabras son un hasta siempre, una promesa… Seguiremos andando con el sol en la frente y tu legado en la sangre.
Sandino vive en cada lucha por defender al necesitado.
Sandino vive en la América que se resiste.

Patria libre… O morir !

Sandino vive… La lucha sigue !

Yasmina Caballero
Aporte al CES-RPS por el anniversario de Sandino
Mayo de 2025