16 de mayo de 2018
Por más de una década Nicaragua es ejemplo para América Latina y el Caribe de desarrollo en paz, equidad, inclusión, seguridad y enormes avances sociales para su pueblo.
El Comandante Daniel Ortega, que históricamente ha enarbolado y defendido con su propia vida la bandera del Frente Sandinista, fue reelegido en noviembre del 2016 por la abrumadora mayoría del 70% del padrón electoral, en elección de incuestionable ejercicio democrático que contaron con el monitoreo de diferentes organismos internacionales. Desde el 18 de abril grupos vandálicos intentan a sangre y fuego quebrar la paz y el orden interno, enmascarados con la excusa de rechazar la propuesta de reforma del seguro social que el gobierno estaba negociando ante la patronal para salvaguardar conquistas logradas, manipularon sectores vulnerables de la población como si fuera contrario a los intereses del pueblo.
Las protestas iniciadas por estudiantes de universidades privadas que utilizan morteros como arma de agresión, se extendió a 10 ciudades, incendiando Centros Universitarios, Hospitales, Alcaldías, destrucción de patrimonio, monumentos a Sandino, casas de sandinistas, provocación a las fuerzas de seguridad, saqueos y secuestro de transporte, han dejado un luctuoso saldo de muertos y heridos y sembrado el pánico en las familias nicaragüenses.
En paralelo los grandes medios comienzan a instalar la narrativa del objetivo real: el golpe de estado que logre sacar del poder a Daniel Ortega, Rosario Murillo y el Sandinismo.
Una y otra vez se sustituye gobierno por «régimen», los agresores son tratados como víctimas, ya no se habla más de la reforma derogada hace más de una semana, sino del «fin del régimen y el retorno de la democracia». La instrucción es clara: mantener la protesta y exigir la renuncia del gobierno.
El guión del golpe suave aplicado en Honduras contra Zelaya, en Paraguay contra Lugo, en Brasil contra Dilma Rousseff, el mismo que quiso imponerse en Venezuela Bolivariana contra Maduro, y el que pretende imponerse hoy contra Daniel; sigue al pie de la letra el manual de Washington y su Guerra no Convencional, con el claro objetivo de apoderarse de nuestros países.
Organismos de la derecha continental están solicitando a la desprestigiada OEA la presencia de la CIDH -Comisión Interamericana de Derechos Humanos y piden al servil secretario Luis «Gorila» Almagro la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, sinónimo de intervención colegiada con los gobiernos títeres de la región.
En tanto la Casa Blanca advierte a los estadounidenses a no viajar a Nicaragua y retiró al personal diplomático de su embajada en Managua.
- Repudiamos la escalada violenta, la brutal agresión a las familias nicaragüenses, sus instituciones y los símbolos del sandinismo.
- Apoyamos sin vacilación a Daniel y Rosario que desde el primer momento han convocado al diálogo y la paz por la que tanta sangre derramaron los hijos de Sandino.
- Llamamos a nuestros amigos en el mundo a estar alertas y movilizados en solidaridad con el gobierno y el pueblo nicaragüense.
No Pasarán!!