Algunos atraviesan el paraje donde yacen en el suelo los restos de la maquinaria con la que se procesaba el oro extraído de rocas en el suelo de este histórico lugar.
En muchos casos, los abuelos de estos niños, fueron los testigos de cómo el General Augusto C. Sandino forjó su primer manifiesto y el ejército de treinta hombres libres, que se internaron en las montañas para arrebatar de vuelta la libertad de su gente.
Su esfuerzo no fue escrito en papel mojado, sino en la conciencia de su gente. Fue grabado como en la roca y su historia es recordada y reconocida por estos niños que ahora tienen como única meta, seguir formándose académicamente para librar la batalla contra la pobreza.
Frente al pabellón de la patria, cantan a viva voz el Himno Nacional y elevan una plegaria al Creador, para que su jornada se desarrolle con éxito. Sus condiciones han mejorado desde hace 7 años cuando se inauguró la escuela en la que se imparte educación en la modalidad multigrado, en una infraestructura que les motiva a asistir a diario a sus clases.
«El lugar es agradable y digno. Es un gran logro para nosotros los docentes que impartimos clases aquí. Tenemos mejores condiciones porque los estudiantes están en una escuela nueva, cuentan con sus paquetes escolares, sus libros de texto, pueden trabajar con las actividades que el docente oriente y también recalcar el programa de la merienda escolar, que es un gran logro», afirma Ariel José Aguirre, quien fuera docente desde que se inauguró el centro que da cobertura hasta quinto grado.
Un proyecto que potenció la formación académica de los niños y que también dejó a un lado la idea de tener que cruzar al nado el río que divide su comunidad, fue un puente de acero y madera en el que pueden transitar personas a pie y en motocicleta.
«Antes cuando no teníamos a este puente, cuando teníamos un enfermo, una mujer embarazada, lo que hacíamos era esperar 5 días o 6 días para poder pasar al otro lado, arriesgando la vida del enfermo que llevábamos y la vida de nosotros, nos podíamos ahogar, pero el día de hoy damos gracias a Dios porque tenemos este puente, ya no corremos peligro porque la gente se ahogaba y hemos visto el progreso de esta comunidad», asegura Roberto Carlos Ruiz, habitante del San Albino.
Las familias del municipio de El Jícaro se sienten orgullosas de los logros que se han alcanzado gracias a la gesta del General Sandino, debido a los profundos cambios sociales que les han permitido ir progresando poco a poco, cada vez más.
En el casco urbano, el CDI Jardín del Amor, es un ejemplo de la nueva dimensión social a la que apuntan las obras de progreso.
Los niños que hacen uso del centro, tienen madres que en su mayoría se dedican al comercio y actividades en campo, que antes les era imposible realizar por tener que dedicar su tiempo completo a cuidarlos.
«Habemos madres que no tenemos quién nos cuide a los niños. Para mí es una ayuda muy grande porque yo trabajo. Antes yo me lo llevaba al trabajo y no me daban trabajo porque no me aceptaban con el niño y ahora antes de trabajar sólo vengo a dejar a mi hijo aquí, la atención es buena, la educación es buena y el cuido también”, afirma Karla Rodríguez.
El CDI Jardín del Amor, atiende a 15 niños, que tienen edades de entre uno y tres años.
Fuente: El 19 Digital